La pérdida de materia orgánica y la continua extracción de
nutrientes, produce como resultado la degradación del suelo, limitando el
potencial productivo de los cultivos. Por ello, para una óptima producción, es
clave brindar un aporte balanceado de nutrientes para que los requerimientos del
cultivo no deban ser abastecidos por las reservas del suelo.
El sector agrícola se enfrenta diariamente a diversas consecuencias directas motivadas por la degradación de los suelos. Un indicador de este fenómeno es su acidificación, factor que afecta directamente a una pastura a base de alfalfa, generando una pérdida del 30% al 50% del potencial forrajero si no se emplean prácticas adecuadas para su corrección.
¿Cuál es la demanda
nutricional de la alfalfa?
La alfalfa es una leguminosa de altas exigencias en nutrientes. A mayor producción de materia seca, mayores son las necesidades de fertilización. En los manejos intensivos, donde el aprovechamiento del forraje es máximo y no existen prácticamente retornos al suelo en forma de residuos, resulta indispensable la incorporación de nutrientes tales como nitrógeno (N), fósforo (P), azufre (S) y boro (B).
La fertilización tiene como objetivo lograr una mayor productividad
y calidad de forraje, mayor tiempo de aprovechamiento, mayor perennidad y
crecimiento inicial y velocidad de rebrote, como así también plantas vigorosas
que se defiendan mejor de enfermedades y plagas y que resistan el estrés
causado por condiciones adversas del clima y el suelo.
¿Cómo y cuándo
fertilizar?
Los requerimientos nutricionales varían según el nivel de producción y el manejo al que está sometido el cultivo. Por ejemplo, las necesidades son máximas cuando la alfalfa se usa exclusivamente para corte. Por lo tanto, la forma de fertilizar la alfalfa se puede clasificar en tres categorías: orgánica, al suelo, y foliar. En la fertilización orgánica se aplica materia de origen vegetal, como el compost o humus de lombriz o estiércol de ganado, mientras que la fertilización al suelo es la que se realiza al momento de implantar el cultivo buscando una rápida implantación.
El tercer tipo de
fertilización es la foliar, que se puede considerar complementaria,
aunque no por ello menos importante para alcanzar altos rendimientos. Aquí se
aportan, de manera localizada, micronutrientes y macronutrientes que no se
encuentran en el suelo, para que estén disponibles en el momento que la planta
los necesite. El aporte de nitrógeno es requerido en grandes cantidades (28 kg de
N por t de MS producida), las que son provistas casi en su totalidad por la
fijación biológica del N atmosférico (Díaz Zorita, 2007). El S es otro de los macronutrientes necesarios para esta leguminosa
cuando no existen restricciones hídricas ni de otros nutrientes. La alfalfa
requiere aproximadamente 3,8 kg de S por t de MS producida (Díaz Zorita, 2007),
y al igual que el N, el S es requerido para formar parte de la composición de
las proteínas.
Posteriormente, es recomendable hacer un aporte periódico de
nutrientes en los alfalfales establecidos, lo que se llama una refertilización,
para incrementar los niveles de fósforo y corregir los déficits temporarios de
nitrógeno de las gramíneas (en otoño o a la salida del invierno), de azufre o
de microelementos.
Fertilizante foliar
complejo MIST Prado® (PRD)
MIST-PRD®, es un fertilizante foliar mineral líquido a base de nanopartículas, especialmente formulado para nutrir pasturas. Tiene una adecuada concentración de macronutrientes primarios, secundarios y micronutrientes que son esenciales para el crecimiento y desarrollo del cultivo.
Se recomienda una muy baja dosis de aplicación, del orden de 1,5 a 2 litros de fertilizante por hectárea/año.
Las ventajas operativas de este tipo de fertilizantes son:
MIST-PRD® viene en presentación Bag in Box de 15 litros, que permite armar un pallet estándar de 56 unidades (840 litros), fácilmente transportable en camioneta y cuyo rendimiento permitirá cubrir hasta 420 hectáreas.
Resultados a campo
En un ensayo de larga duración establecido junto al INTA Manfredi, se evaluó la respuesta en rendimiento en materia seca de alfalfa con la aplicación de MIST-PRD®. El mismo se llevó a cabo sobre una alfalfa grupo 9, variedad Traful PV INTA Palo Verde, implantada en el mes de marzo del 2021 en un lote de 10 ha correspondiente a la Unidad Experimental Demostrativa de Heno de Calidad de la Experimental cordobesa.
Como parte de los resultados, se evidenció que la producción de
biomasa aérea acumulada en el periodo evaluado, fue un 16% mayor para el
tratamiento con MIST-PRD® vs el testigo no tratado en el primer año de
producción. En promedio, MIST-PRD® alcanzó, 24000 kg MS/ha mientras que
el testigo obtuvo 20500 kg MS/ha. En cuanto a la evaluación por corte, el tratamiento con MIST-PRD®
logró mayor producción en los cortes tres, cinco y siete donde se realizó la
aplicación, con un promedio de 30% de aumento en kg MS/ha, mientras que, en los
cortes cuatro y seis el rendimiento fue similar al testigo sin aplicar (barras
grises en el gráfico).
La misma evaluación llevada a cabo en el segundo año, evidenció un incremento del 8% en la producción de MS/ha para el tratamiento con fertilización foliar frente al testigo, dejando un promedio de 12% de MS/ha para los dos años consecutivos.
En el caso de la producción de biomasa por corte, fue posible
observar un incremento en los cortes tres y ocho, arrojando un promedio
superior del 33%.
Se concluye que, en el primer ciclo productivo, el incremento
logrado con MIST-PRD® podría deberse al menor desarrollo radicular y, en
consecuencia, a una menor capacidad de exploración a mayor profundidad. En
cuanto a los resultados del segundo año de producción, si bien el cultivo fue
afectado por la sequía registrada en ese periodo, se observó un incremento con
diferencias estadísticamente significativas luego de la aplicación de MIST-PRD®
con una pastura de segundo año.