En sus planteos de fertilización, una gran parte de los productores considera únicamente el suministro de macronutrientes, olvidando que muchos micronutrientes son fundamentales en el desarrollo de los cultivos, como es el caso del boro (B). Los micronutrientes intervienen particularmente en la fase reproductiva y de crecimiento de las plantas y, en consecuencia, en la determinación de la productividad y el rendimiento del cultivo.
Importancia del boro
en plantas
El boro es el micronutriente que con mayor frecuencia provoca deficiencias en los cultivos. Su función fisiológica difiere de la de cualquier otro micronutriente, ya que no pertenece a ningún compuesto o enzima específica, pero se sabe que tiene funciones en muchos procesos fisiológicos, entre las que se pueden destacar la participación en la síntesis y estructura de la pared celular; transporte de azúcares; lignificación; respiración; metabolismo de fenoles y ácido indol acético; fructificación y crecimiento del tubo polínico.
El boro participa junto con el calcio, siendo esencial para la
división celular, además de cumplir un rol importante en la regulación de
niveles de hormonas y el transporte del potasio hacia los estomas, ayudando a
regular el equilibrio interno del agua.
Reconociendo
síntomas de deficiencia de boro
El B no es móvil en las plantas y su deficiencia produce inhibición del crecimiento vegetal, debido a las funciones estructurales específicas de este elemento en la pared celular y a la movilidad limitada del nutriente en la mayoría de las plantas. Además, provoca cambios fisiológicos y bioquímicos, tales como cambios en la integridad y funcionamiento de la membrana celular, disfunciones metabólicas y aumento de la producción de compuestos fenólicos.
Los síntomas de deficiencia se hacen visibles en los órganos en
crecimiento. Los folíolos de las hojas nuevas se ven deformados, arrugados, a
menudo más gruesos y de color verde azulado oscuro. Se presenta clorosis y
oscurecimiento de las hojas jóvenes, muerte de los puntos de crecimiento,
desórdenes en el desarrollo de los ápices de crecimiento, lesiones en tallos y
raíces y multiplicación en la división celular. En cuanto a los requerimientos,
las dicotiledóneas, como la soja, requieren una concentración de boro en el
tejido vegetal de 20-70 mg kg-1, es decir, superior a las monocotiledóneas, que
requieren de 5 a 10 mg kg-1.
A medida que avanza la deficiencia, el alargamiento de los entrenudos se ralentiza, los puntos terminales de crecimiento mueren y la formación de flores se restringe o inhibe. En soja, la deficiencia de boro reduce el desarrollo de nódulos y raíces y, en consecuencia, la fijación biológica de nitrógeno.
Imagen: Dr. Ismail Cakmak (Sabanci University)
Disponibilidad de
boro en el suelo
La disponibilidad de este micronutriente en la solución del suelo, está gobernada por la reacción de adsorción del boro con los coloides del suelo. La adsorción de boro aumenta con el contenido de arcilla y el pH del suelo, bajando su disponibilidad cuando este último sobrepasa de 7.5.
La materia orgánica (MO) es la principal fuente de B que cubrirá
los requerimientos de las plantas. Después de la mineralización de la MO, se
libera a la solución del suelo y puede, a partir de ahí, seguir varios caminos,
tales como: ser absorbido por las plantas, perderse por lixiviación o ser
absorbido por los coloides del suelo. Sin embargo, en suelos con bajos niveles
de MO y la aparición de factores que reducen su mineralización, quitan
disponibilidad del micronutriente.
Planificando las
aplicaciones
Para un adecuado suministro de boro en soja, se debe considerar el contenido de nutrientes en suelo sobre la capa de 0-20 cm, verificando mediante análisis la necesidad del aporte vía foliar en etapas clave. Al ser uno de los principales micronutrientes que limita el rendimiento en soja, al permitir una mayor fijación de vainas y granos, su aplicación complementaria en etapas reproductivas es clave.
Debido a que el boro tiene muy baja movilidad en la planta, se
recomienda la aplicación vía foliar a lo largo del ciclo del cultivo,
buscando llegar a la mayor cantidad posible de tejidos en la parte aérea. Siendo especialmente clave la aplicación durante el
período reproductivo del cultivo, que permite cuidar la integridad de los
órganos reproductivos y asegura el transporte de azúcares.
Los fertilizantes que incorporan nanotecnologías en su formulación,
ofrecen importantes ventajas sobre las formulaciones tradicionales. El tamaño
menor de las nanopartículas favorece la penetración por aperturas estomáticas,
incrementando la actividad metabólica celular y promoviendo el crecimiento y
rendimiento de los cultivos de una manera más efectiva que los fertilizantes
tradicionales.
Su mayor eficiencia y velocidad en la incorporación de los
nutrientes al cultivo, incrementa el rendimiento de manera sustentable y reduce
el impacto ambiental. Las nanopartículas logran mejorar la sanidad de las
plantas, minimizar la pérdida de fertilizantes evitando efectos de
volatilización o lixiviación, e incrementar los rindes con el adecuado aporte
de nutrientes.
Otro beneficio de la nanotecnología es que permite utilizar dosis
muy reducidas (0.5 L/ha) con una velocidad de absorción mayor y perdurable,
simplificando el manejo y optimizando costos operativos.
El MIST B®, es una suspensión de nanopartículas minerales, con una concentración de boro (2%), calcio (3,2%), magnesio (0,4%) y hierro (0,4%). Como fertilizante líquido, puede ser aplicado por pulverización a partir del estadio V4 a R1 sobre la soja, sin inducir estrés en la planta ni generar daños por fitotoxicidad. Al ser una fuente de alta pureza, cuenta con la practicidad de requerir bajas dosis respecto a otras alternativas, permitiendo optimizar la logística. Lo novedoso de esta tecnología es que el aporte de nanominerales de distinta naturaleza tiene impacto no solo en el rendimiento sino también en la sanidad del cultivo.
Resultados a campo
Un ensayo realizado en soja durante la campaña 22/23 en la localidad bonaerense de Balcarce, sobre un suelo Argiudol típico con textura franca, determinó los beneficios de la aplicación foliar complementaria de Mist B en V5.
El tratamiento testigo recibió 80 kg MAP en la siembra. El
tratamiento con Mist B, recibió 80
kg MAP en la siembra + una aplicación de 0,6 L/ha de Mist B en V5/V6. Los
resultados demostraron que, si bien el rendimiento medio fue elevado,
coincidente con el nivel regional, se dio un aumento en el rendimiento sobre el
“testigo productor” de +770kg/ha
cuando se realizaron aplicaciones de nanofertilizantes foliares de boro (Mist
B) en V5/V6. Ninguno de los tratamientos mostró síntomas visibles de
fitotoxicidad.
Consideraciones
finales
Para obtener un adecuado aporte de boro en los cultivos de soja, es
fundamental determinar su disponibilidad en el suelo, analizando la capa de
0-20 cm, además de verificar periódicamente los niveles foliares. Dentro del
plan de fertilización, es recomendable aplicar una oferta balanceada de NPK, suplementando
vía foliar, nutrientes clave en las etapas clave de mayor demanda por parte del
cultivo.
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