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Disminuyendo brechas de rendimiento en el cultivo de soja

Una de las razones que contribuye a la disparidad en los rendimientos agrícolas es la diferencia en la disponibilidad de nutrientes. Esta disparidad está estrechamente vinculada al uso de fertilizantes y a la gestión sostenible del suelo como recurso. Una estrategia de fertilización inteligente debe tener en cuenta las necesidades nutricionales del cultivo desde el momento de la siembra, aplicando tecnologías eficaces.

Conocer la diferencia entre los rindes potenciales y los logrados a campo, es fundamental para identificar las posibilidades de mejora en la producción de soja. Es habitual que los rendimientos promedio estén por debajo del potencial, debido a factores que los limitan y reducen, como la deficiencia de nutrientes en etapas clave, la competencia de malezas, y el daño causado por insectos y enfermedades. Especialistas de la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (FAUBA) indicaron que es posible implementar algunas estrategias con las que se podría alcanzar entre el 70 y 80% del potencial del cultivo, lo que se define como el “rendimiento alcanzable” sobre el rendimiento potencial, siendo este un objetivo razonable.


El potencial de rendimiento de un cultivar está determinado por varios factores, como: la concentración de dióxido de carbono atmosférico, la temperatura, la radiación solar, el balance hídrico, tipo de suelo, nutrientes, malezas, patógenos, insectos y el manejo. 

La brecha de rendimiento está dada por la diferencia entre los rendimientos alcanzados y los alcanzables.

La brecha de nutrientes hace referencia al requerimiento adicional de nutrientes necesarios para obtener el rendimiento alcanzable. La fertilización es la principal entrada de nutrientes al sistema, su utilización es imprescindible para mantener los altos rendimientos de cultivos y conservar la calidad del suelo. Su insuficiencia conduce a una baja productividad y a una degradación del suelo; mientras que excesos pueden provocar pérdidas productivas por toxicidad, lo que a su vez conlleva un impacto ambiental.


No es novedad que los suelos están perdiendo fertilidad, y que su contenido de materia orgánica ha caído sustancialmente en los últimos años, surgiendo ahí una limitante, donde queremos producir más, pero nuestros suelos aportan cada vez menos. 


La nutrición es condición necesaria pero no suficiente. Cuando agregamos nutrientes deficientes, la respuesta de las plantas puede seguir distintos patrones dependiendo de la salud edáfica de cada uno de los suelos. En suelos sanos, la nutrición es el principal factor para reducir la brecha de rendimiento. Por ello, para una gran parte de los suelos, la reducción de la brecha de rendimiento sería explicada por el efecto combinado de la disponibilidad de nutrientes y la mejora de la salud edáfica.


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Los cultivos tienen requerimientos específicos y absolutos, los cuales deben ser satisfechos para alcanzar altos rendimientos. Radiación, agua, tiempo de crecimiento y nutrición son los principales requerimientos a ser cubiertos. En el caso de la soja, el objetivo es desarrollar un cultivo con óptimo estado a floración que permita interceptar eficientemente toda la radiación incidente y maximizar la tasa de acumulación de materia seca durante el período de llenado de granos. Para alcanzar este objetivo, entre otros factores, el cultivo debe cubrir sus necesidades nutricionales.


Implementar una nutrición adecuada de base

Es fundamental definir una estrategia de balance nutricional, con análisis de suelo y una adecuada fertilización de base. Debemos estimular el desarrollo radicular con nutrición desde la siembra. Una recomendación es inocular las semillas y potenciarlas con tratamientos vivificantes, que estimulan un buen desarrollo radicular y un crecimiento rápido y uniforme de plántulas.  Lograr un efectivo desarrollo de las raíces y un crecimiento homogéneo, es vital cuando gran parte del potencial de rendimiento se puede perder por estrés abiótico. Tratar las semillas con vivificantes surge como una opción para garantizar al cultivo los nutrientes esenciales para su desarrollo inicial, además de estimular el crecimiento temprano para lograr una mejor implantación. 

MIST-VL® es un vivificante recomendado para leguminosas, compuesto por nanopartículas minerales de azufre, calcio, silicio, molibdeno, manganeso, boro y cobalto. Ofrece a la semilla los nutrientes y las condiciones necesarias para que empiece a nodular, aumentando la cantidad de nódulos, favoreciendo la interacción de estos con el suelo. Entre sus efectos benéficos se encuentran la rápida asimilación del Calcio, el cual mejora el transporte del resto de los nutrientes; un efecto regulador del pH y la saturación de bases localmente; un aporte de Azufre de rápida disponibilidad, y la formación de un ambiente que permita la máxima expresión del poder germinativo y desarrollo de la plántula. Gracias a su formulación con nanotecnologías, manifiesta en los resultados un incremento en la producción, además de favorecer el confort de otros organismos fijadores y solubilizadores presentes en el suelo. 


MIST-VL® puede ser aplicados en conjunto con inoculantes y otros tratamientos químicos de semillas, y la tecnología de su formulación permite utilizar dosis muy reducidas, de 500 a 1000 cm³ cada 100 kg de semilla en 1 o 2 litros de agua según cultivo.

Ensayos a campo

En un ensayo realizado por Estudio EDM durante la campaña 2022/23 en la localidad de Balcarce sobre una soja de la variedad N3821, se analizaron los resultados de la aplicación de vivificantes de semillas. El testigo no recibió tratamiento alguno. A los tratamientos T1 y T2 se aplicó fosfato monoamónico (PMA) incorporado con la sembradora al costado de la línea de siembra a razón de 80 Kg/Ha. El T2 recibió un tratamiento de semillas con MIST-VL® un día previo a la siembra, a razón de 500 cc cada 100 kg de semilla. 

El rendimiento promedio del ensayo fue de 4995 kg/ha, estando alineado con los resultados en lotes de alta producción de la zona en la campaña 22/23. El mayor rendimiento se observó en el tratamiento T2 (0,5 l/ha de VL a la semilla y 80 kg/ha de PMA), con 826 kg/ha de diferencia sobre el testigo, y 320 kg/ha de diferencia sobre T1. Esto evidencia que con adecuada fertilización fosforada de base es posible capitalizar respuestas con el agregado adicional de macro y micronutrientes.


Para lograr los mayores rendimientos posibles en la próxima campaña de soja, es necesario un enfoque nutricional integral, que abarque desde la nutrición de las semillas hasta la suplementación nutricional en las etapas claves del cultivo. Conocer las brechas de nutrientes permite diagnosticar la situación actual y diseñar estrategias con el objetivo de reducir y cerrar las brechas de rendimiento mediante un uso sustentable del recurso suelo. Los vivificantes de semillas con nanotecnologías permiten cerrar la brecha de rendimiento con aplicaciones a muy bajas dosis.