Estrategias de fertilización para maximizar el potencial del girasol
El girasol es uno de los cultivos con mayor crecimiento en superficie estos últimos años, siendo una de las alternativas con mayor potencial dentro de las rotaciones. Valorado por ser un cultivo noble, es fundamental considerar sus necesidades nutricionales para cuando se busca alcanzar altos rendimientos.
El girasol se destaca como una excelente opción para la próxima campaña debido a factores como el clima favorable, buenos márgenes económicos y la demanda global de aceite. Argentina, con el 16% de la capacidad de satisfacer el incremento en la demanda mundial de girasol, necesita expandir su superficie cultivada y mejorar el manejo del cultivo. Con la salida de un año Niño y la posibilidad de un nuevo escenario de Niña en 2024, el girasol se presenta como una alternativa robusta frente a otros cultivos, especialmente en climas secos, donde su sistema radicular y menor incidencia de enfermedades favorecen su rendimiento.
La nobleza del girasol radica en su notable adaptabilidad a suelos marginales y en su capacidad para afrontar situaciones de déficit hídrico mediante diversos mecanismos fisiológicos. Esto no significa que no requiera un plan de fertilización. Si bien, su extenso sistema radicular le permite acceder a nutrientes y agua en capas más profundas del suelo en comparación con otros cultivos, esto no significa que pueda satisfacer todas sus necesidades nutricionales.
Diversos estudios han demostrado que, para alcanzar su máximo potencial, es fundamental asegurar el suministro adecuado de elementos como nitrógeno (N) y fósforo (P), especialmente en las primeras etapas de desarrollo de la planta. Este último tiene una función muy importante en la promoción del desarrollo de raíces, lo que resulta en una mayor tasa de implantación y mejora de la tolerancia a las sequías, entre otros beneficios.
Además, el boro (B) es crucial durante la fase R1 para garantizar la fecundación y el cuajado de los granos, particularmente en suelos arenosos. Una correcta fertilización balanceada debe incluir otros oligoelementos como el azufre, calcio y magnesio.
Claves de manejo de la fertilización nitrogenada
Conocer las características edáficas y su aptitud de uso es la base para realizar cualquier planificación, identificando el tipo de suelo, la presencia de impedancias y su condición física. Generalmente es necesario incorporar nitrógeno y fósforo (NP), aplicando según determine el análisis de suelo, corrigiendo así limitaciones nutricionales desde la implantación y acompañando anticipadamente el crecimiento del cultivo.
El N es el motor principal del rendimiento, junto con el agua y la luz solar. Es el principal responsable de la regulación del área foliar, desde su formación hasta el mantenimiento del área fotosintéticamente activa después de la floración, clave en la eficiencia de uso de la radiación. Incrementa el crecimiento, la duración del área foliar y la fotosíntesis, permitiendo al cultivo aumentar el rendimiento por unidad de superficie al ser el responsable de hacer más eficiente el pasaje de energía radiante a producción. Su principal demanda se encuentra concentrada durante el periodo comprendido entre los 25 y 70 días desde la emergencia.
Ante la importante demanda de N del girasol, la fertilización nitrogenada puede realizarse antes de la siembra, considerando que las pérdidas por volatilización de amoníaco pueden ser elevadas, dependiendo de las condiciones del suelo. En caso de fertilizar a la siembra, si la sembradora no separa el fertilizante de la semilla, se recomienda no superar dosis de 20-40 kg/ha de fertilizante (urea, DAP), para evitar efectos fitotóxicos sobre la germinación y/o emergencia de plántulas.
En planteos que buscan reducir las brechas de rendimiento entre el potencial y el alcanzado, es fundamental realizar aplicaciones de fuentes nitrogenadas en estadios de desarrollo vegetativo. Una adecuada nutrición nitrogenada en estadios ontogénicos tempranos mejora el establecimiento del cultivo y el desarrollo vegetativo inicial.
Las aplicaciones nitrogenadas iniciales y durante el estadio vegetativo contribuyen a reducir la brecha de rendimiento entre el potencial y el alcanzado.
La forma más adecuada de aplicar nutrientes durante los estadios vegetativos es la fertilización foliar, permitiendo que estos se encuentren rápidamente disponibles para cuando la planta los requiera. Las ventajas respecto a los formulados sólidos son varias: potenciar el rendimiento; corregir deficiencias en momentos de alta demanda; superar limitantes del suelo que restringen la movilidad o solubilidad de elementos y posibilitar la aplicación junto con otros fitosanitarios.
Además, fertilizantes de emulsión líquida con nanominerales de alta pureza, tienen como beneficio adicional que se utilizan dosis muy reducidas y con una velocidad de reacción mayor y más perdurable, simplificando el manejo y optimizando costos operativos.
MIST-N®, es una suspensión de nanopartículas minerales, con una elevada concentración de nitrógeno (14,5%), azufre (2,5%), calcio (6,5%) y magnesio (1,5%), a la que se le suman trazas de boro. Como fertilizante líquido, puede ser aplicado por pulverización sin inducir estrés en la planta, y no posee fitotoxicidad. Al ser una fuente de alta pureza, cuenta con la practicidad de requerir bajas dosis respecto a otras alternativas, permitiendo optimizar su gestión y transporte. Lo novedoso de esta tecnología es que cede su contenido en forma progresiva, acompañando así el crecimiento y desarrollo del cultivo.
El boro hace la diferencia
El boro (B) es el tercer nutriente determinado como un posible elemento de reducción de rendimientos máximos en girasol. Participa en todos los procesos del cultivo, interviniendo en la división celular, la formación de raíces, el desarrollo de hojas y la formación de flores, polinización y granos. Incluso tiene participación en el desarrollo del tubo polínico y evita el vaneo en floración. Durante el llenado del grano participa en la redistribución de los azúcares, y en combinación con el calcio (Ca), es fundamental en la producción de hemicelulosa y lignina, permitiendo lograr una mejor estructura de los tejidos. Fallas en el desarrollo y expansión de cotiledones, hojas pequeñas y deformadas, rotura de tallos, caída de capítulos y mal llenado de granos son algunas consecuencias de su deficiencia. Desde el punto de vista de rendimiento, el desprendimiento de los capítulos es de gran incidencia al afectar directamente el número de granos cosechables.
Generalmente condiciones de altas temperaturas y sequía disminuyen su disponibilidad, intensificando la respuesta a aplicaciones de este nutriente. Varios estudios indican que la probabilidad de obtener altas respuestas de rendimiento al agregado de boro foliar en una buena parte de la región semiárida- subhúmeda pampeana. Las mayores respuestas a la corrección por deficiencias se obtienen cuando las necesidades de macronutrientes como N y P están adecuadamente provistas y la corrección con fuentes con B se realiza en estadios vegetativos tardíos (V6) e inicio de los reproductivos (R1).
MIST-B® es una dispersión de nanopartículas minerales con una adecuada concentración en Boro, Calcio, Magnesio, Azufre y Silicio. El Boro participa con el calcio en la síntesis de las paredes celulares y es esencial para la división celular, además, cumple un rol importante en la regulación de niveles de hormonas y el transporte del potasio hacia las estomas. En tanto que la presencia de Calcio mejora la absorción de nutrientes, el Magnesio es de vital importancia en el proceso de fotosíntesis, y el Azufre es un constituyente estructural de compuestos orgánicos.
Evaluación en planteos de alta productividad
Un ensayo realizado durante la campaña 2022/23, en el establecimiento Las Marías ubicado a unos 25 km al oeste de la ciudad de Bandera, en la provincia de Santiago del Estero, permitió evaluar el desempeño de fertilizantes líquidos MIST de macro y micronutrientes sobre el cultivo de girasol. El cultivo fue fertilizado a la siembra con 120 kg ha-1 de urea, aportando un equivalente de 55.2 kg N ha-1.
Los tratamientos evaluados fueron 5, aplicados en dos estadios fenológicos diferentes del cultivo, siendo la primera aplicación en V8 y la segunda en R1.
El rinde ajustado por bonificación de materia grasa fue en promedio de 1.783 kg/ha, plasmando 267 kg/ha más que el rinde en grano (1.516 kg/ha). En el cuadro de resultados se manifiesta como en todos los tratamientos el rinde ajustado por aceite superó al rendimiento en grano. El tratamiento que sumo Mist-N + Mist-Boro aplicado en V6 difirió estadísticamente del tratamiento testigo, siendo el que mayor rinde generó tanto en grano (173 kg/ha) como ajustado por aceite (235 kg/ha) comparado con el tratamiento testigo.
El manejo adecuado de la fertilidad del suelo y de la fertilización del girasol puede ser una herramienta altamente efectiva para aumentar los rendimientos en los lotes de producción, disminuyendo la brecha entre el rendimiento actual y el rendimiento potencial del cultivo. Se recomienda consultar a un agrónomo o experto en fertilización para determinar las dosis y el calendario de aplicación de nitrógeno más adecuados para cada situación particular.